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Innovar a nivel internacional desde lo local

Para las organizaciones interesadas en la innovación que trabajan en el entorno local, la internacionalización es una tarea que a menudo resulta compleja y lejana. Un reto para poder crecer y salir de su área de acción con un alto coste en tiempo y recursos humanos, que la mayoría no llega a plantearse.

Esa situación se da en organismos públicos y entidades del tercer sector, y también en las empresas, sobre todo las pequeñas y medianas. Pero las nuevas reglas de la globalización, que permiten a acceder a mercados internacionales donde adquirir bienes y servicios y ofrecer sus productos, está haciendo que esa tendencia se invierta.

Y no se trata solo de los mercados. Las políticas públicas de I+D, y más en concreto las convocatorias y líneas de ayudas a proyectos, llegan a menudo del entorno europeo. Por eso no sorprende comprobar que el presupuesto de la UE para financiar la innovación se ha convertido en la principal opción para desarrollar iniciativas por parte de las universidades, centros de investigación y empresas.

La Universitat Politècnica de Catalunya no es ajena a esta tendencia. Al contrario, sus centros de investigación llevan años dedicando cada vez más recursos a presentar proyectos capaces de competir con los mejores a nivel comunitario, bien en calidad de socios o como líderes de consorcios internacionales de innovación. Y prueba de ello es el aumento de las ayudas que obtenemos a través de proyectos competitivos europeos, que en 2018 han supuesto el 27% de los ingresos por investigación y transferencia de tecnología. Una de las claves es precisamente la colaboración. Para las empresas que quieren acceder por primera vez a este tipo de programas resulta imprescindible hacerlo acompañados de socios que conozcan el terreno, y que cuenten con la experiencia y el knowhow precisos para identificar las oportunidades y presentar proyectos sólidos.

Embarcarse en proyectos de innovación a escala internacional tiene varias ventajas:

  • Permite la participación preferente en el desarrollo de nuevas tecnologías y, en consecuencia, al acceso a las soluciones innovadoras resultantes.
  • Aporta a la marca un valor intangible que contribuye a su diferenciación y a una mejor valoración por parte de clientes y proveedores.
  • Formar parte de equipos internacionales permite acceder a instalaciones y recursos de alto nivel que no están al alcance de los socios a título individual.
  • En épocas de crisis a nivel local, permite contar con una red de contactos para posicionarse en nuevos mercados.
  • El acceso a nuevas, más frecuentes y mejores convocatorias de I+D, con más financiación y por más tiempo, lo que favorece la contratación y consolidación de equipos y el contacto con expertos de otras organizaciones.
  • La experiencia en el trabajo en consorcios internacionales es un valor en sí mismo. Los modelos de trabajo en innovación abierta son estándares, de forma que el conocimiento y los contactos de proyectos anteriores desembocan en nuevas oportunidades.

Así, se han desarrollado proyectos exitosos con entidades públicas y privadas de nuestro entorno, como el proyecto FLEXICAST para optimizar el proceso de fundición de hierro colado,  ANYWHERE para mejorar la respuesta a episodios meteorológicos y climáticos extremos, MASSY para hacer sostenible el sector marítimo de recreo, FLOIM que innova en los procesos de fabricación e integración de dispositivos optoelectrónicos o IDPR, un enrutador inteligente para distribución energética, por citar algunos ejemplos en diferentes ámbitos. Desde CIT UPC ayudamos y damos apoyo a los centros de investigación para conseguir este tipo de proyectos. Por eso animamos a las empresas a que incrementen su participación en proyectos internacionales de innovación. El próximo lanzamiento de Horizonte Europa, el nuevo y más potente instrumento de la UE para fomentar este tipo de proyectos, es una oportunidad excelente.

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