Los costes de generación de sistemas fotovoltaicos han disminuido en los últimos años y siguen reduciéndose. La consultora Lazard ha calculado para finales de 2014 y para EEUU unos Costes Nivelados de la Energía (LCOE en sus siglas inglesas) de 180-265$/MWh para instalaciones domésticas y 126-177$/MWh para instalaciones en comercios e industria. Con estos números, la fotovoltaica tiene un LCOE más barato que la generación con un generador diesel y está en el mismo orden de magnitud que los generadores con turbina de gas para hora punta. El Rocky Mountain Institute de Colorado (EEUU) prevé una utilización de dicha tecnología en combinación con baterías, que igualmente abaratarán sus costes de instalación y permitirán el almacenamiento de la energía fotovoltaica. Con un sistema de estas características, el consumidor será quien tendrá la posibilidad de decidir libremente entre una conexión al sistema de distribución eléctrico tradicional o desconectar su instalación y operar en isla.
Operar el sistema en isla todavía tiene importantes problemas técnicos a resolver para que el usuario pueda disfrutar de una calidad similar a una conexión a la red de distribución. Aunque no lo parece a primera vista, el impacto que esto puede suponer a la red de distribución eléctrica es muy grande. Si cada vez hay más consumidores que se desconectan de la red de distribución, la propia red tendrá menos consumidores conectados contando con la misma infraestructura. Esto significa que cada vez más, un menor número de consumidores tendrán que soportar los costes de la infraestructura con unas tarifas de acceso más elevadas. Esto incentivará a los consumidores conectados a hacer el paso y desconectarse de la red, como ya habrán hecho otros. Es una variante de la economía de escala pero con una reducción de producción. En una economía de escala, el producto se abarata porque los costes se dividen entre una cantidad que aumenta constantemente. Si se reduce la cantidad producida, el producto se encarece. Aplicado a las redes eléctricas este proceso se llama “grid defection†en inglés, que se puede traducir como «deserción» de los consumidores de la red.
Actualmente estamos experimentando en España un proceso similar, pero causado por la crisis económica y por la consecuentemente reducción de la demanda.
El Decreto de Autoconsumo quiere regular aspectos de esta tendencia y legisla un peaje de respaldo para instalaciones fotovoltaicas para el autoconsumo que siguen conectadas a la red. El éxito de la medida está por ver. Se añade a las instalaciones de autoconsumo unos costes que limitarán la expansión de dichos sistemas.
De todos modos, los consumidores que están considerando sistemas aislados tendrán con esta medida un incentivo adicional para hacer el paso hacia adelante. De hecho, estos consumidores son los Hackers Energéticos, ya que buscan la solución tecnológica para satisfacer una necesidad que no es atendida por el sistema eléctrico actual. Tienen una preferencia por la energía renovable y generada localmente. Disponen de parte de las instalaciones (sus propias casas o comercios), de los recursos energéticos y de una capacidad de inversión. Son proactivos y quieren la capacidad de decisión en temas energéticos. Se diferencian de los Hackers Informáticos porque no son chicos jóvenes sino gente con casas y capacidad de inversión, es decir, que ya tienen canas. El Hacking Energético no es una actividad ilegal, ya que cada uno es libre de hacer en su casa lo que le parezca. De todos modos, fuerza al sistema a reaccionar y a dar una respuesta. Tienen un aliado potente: el Internet of Things (IoT) y la automatización de las casas. El IoT se desarrolla en las casas de los consumidores, está centrado en los usuarios y puede ofrecer nuevos servicios a los consumidores a cambio de sus datos. Tiene lógica que exploren su potencial en aplicaciones dedicadas a la energía e intentan crear valor añadido para rentabilizar la inversión en la automatización.
Por otro lado, las compañías eléctricas están empezando a darse cuenta de que la estrategia empresarial debe cambiar. El valor añadido ya no se crea con la distribución y venta de energía; con estos nuevos actores emerge un ecosistema económico muy diferente. Actualmente, la energía es un bien no diferenciado; para crear valor añadido habrá que ofrecer servicios que diferencian el producto de las demás empresas. Un sistema con múltiples productores pequeños, consumidores activos, gestión de demanda, renovables y baterías ofrece un ecosistema perfecto para idear nuevos servicios con un valor añadido mucho más grande que la venta de energía. No hay que olvidar, que como el IoT, las compañías de distribución tienen acceso directo al cliente y a la instalación de las casas. Los Hackers Energéticos podrán ser aliados de las compañías eléctricas y crear valor conjuntamente. Los próximos años serán muy interesantes porque veremos cómo los dos gigantes del IoT y la distribución eléctrica estarán luchando para ganarse un mercado que todavía es difícil de imaginar.
Dr. Andreas Sumper, Investigador de CITCEA UPC,
miembro de CIT UPC
Artículo publicado en la revista «Automática e Instrumentación» el 27/10/2015