Para ilustrar el papel de una universidad como la Politècnica de Catalunya y definir la clave de su actividad y su rol en el entorno de la innovación, el mejor titular lo acaban de ofrecer los periódicos de hace unos pocos días: “La UPC lidera el ranking de transferencia de conocimiento entre las universidades de todo el Estadoâ€.
Las universidades se configuran como ecosistemas de conocimiento en los que conviven especialistas de las más diversas materias, con la capacidad de transmitir ese valor por la vía de la docencia y de la investigación. En ese círculo virtuoso, las empresas se incorporan como receptoras de las innovaciones y los desarrollos tecnológicos que generados en los centros de I+D universitarios.
Para el sector productivo, contar con una universidad como la Politècnica de Catalunya, que trabaja desde la experiencia de sus docentes e investigadores en el desarrollo de soluciones para la mejora de la productividad y la competitividad empresarial, es un alto valor añadido a la hora de pugnar, a nivel global, por nuevos productos y servicios, nuevos mercados y respuestas más eficientes a las actividades que generan valor: la producción de bienes y servicios, su distribución y uso.
Las empresas hemos hecho un esfuerzo importante en los últimos años para hacer visibles los valores que conforman la responsabilidad social que nos corresponde. En ese proceso juega un papel muy destacado la innovación, porque sus beneficios trascienden el apartado económico. Las empresas innovadoras generan más empleo y de mejor calidad, contribuyen al desarrollo de todo el sistema y benefician a las que, sin serlo, sacan provecho del contacto con nuevas tecnologías y desarrollos. Además, son más fuertes para resistir las crisis, y tienen la capacidad de revertir parte de ese beneficio al origen del sistema de I+D, en el que están las universidades y los centros tecnológicos.
Así ocurre desde que los procesos económicos cambiaron hace doscientos años, con la primera revolución industrial. Y así sucede ahora, en un momento en que el cambio de paradigma tecnológico, energético, de comunicaciones y medioambiental exige un esfuerzo mayor para obtener respuestas que resuelvan las necesidades sociales y empresariales. Detrás de cada nuevo reto hay nuevas oportunidades de desarrollo, que surgen de la mano de materiales como el grafeno, de modelos de producción como la impresión 3D y de la explotación de nuevas energías, como las renovables.
La velocidad y la intensidad de los cambios es tan grande que muchas empresas, la inmensa mayoría, necesitan de socios para resolver una operación como la I+D, que esconde en la sencillez de su descripción el esfuerzo, en ocasiones desconocido, de investigadores y tecnólogos. Ese trabajo, que en su mayor parte se lleva a cabo en entidades públicas como la UPC, contribuye de manera directa en el desarrollo de su entorno.
Las universidades juegan también un papel importante a la hora de determinar hacia dónde vamos. Saber mirar por encima del día a día, y tener la capacidad de vislumbrar los próximos pasos, es otra de las aportaciones del sistema universitario. Nos hacen falta referencias con las que enfocar el futuro a medio y largo plazo. A mí me gusta hablar del uso de las luces largas para saber hacia dónde nos dirigimos, y aquí encontramos un buen ejemplo en el uso y la mejora de las tecnologías que nos ofrecen las universidades, como las luces LED.
Se trata de mirar más lejos, pero también de hacerlo mejor y de manera eficiente, reduciendo los riesgos y optimizando los esfuerzos. Usar la tecnología para ver el futuro.
Ramon Carbonell Santacana
Presidente del Consejo Social de la UPC y
Vicepresidente de CIT UPC