La Comisión Europea adoptó en marzo 2005 una recomendación relativa a la Carta Europea del Investigador y al Código de Conducta para la contratación de investigadores.
El documento, que incluye 13 sugerencias para los estados miembros de la UE, señala algunos de los problemas estratégicos en lo que se refiere a la política de investigación comunitaria. Se refiere en concreto a aspectos tan sensibles como el reconocimiento a la carrera investigadora, a las condiciones laborales, a los problemas que lastran la movilidad del personal investigador y a la armonización de los sistemas de evaluación, entre otros.
Desde el comienzo de este siglo hemos asistido a la puesta en marcha de ambiciosas estrategias en materia de I+D, como la Declaración de Lisboa o la más reciente del Horizonte 2020, y de proyectos internacionales de convergencia del calado del Espacio Europeo de Educación Superior o el Espacio Europeo de Investigación.
Mientras todo esto ocurría, decenas de miles de universitarios de toda Europa comenzaban su carrera investigadora con la ilusión de hacer de la ciencia y la tecnología su modo de vida y, la duda razonable de si serían capaces de canalizar su trabajo hacia las organizaciones, públicas y privadas, que generan el conocimiento y su desarrollo.
Hoy más que nunca es preciso el acuerdo en torno a estándares, a criterios comunes y a convenciones que permitan hacer atractiva la carrera investigadora en Europa, eliminando las barreras y atenuando las dificultades normativas. Por eso nos sumamos al compromiso internacional para favorecer las vocaciones, fomentar la movilidad, establecer un marco laboral reconocible y reconocido y asegurar la equidad en los procesos de evaluación.
Para todo ello es importante que las organizaciones que emplean a los investigadores suscriban una iniciativa como la Carta Europea del Investigador y el Código de Conducta para el reclutamiento de investigadores, que ya han ratificado numerosas organizaciones internacionales. En España ya lo han hecho 72, entre centros de investigación, centros tecnológicos, fundaciones, institutos y universidades. Pueden parecer pocas, pero es el primer país en número de entidades adheridas, por delante de Italia (65) y muy por encima de Francia (38), Reino Unido (16) y Alemania (11).
El Centro de Innovación y Tecnología de la Universitat Politècnica de Catalunya (CIT UPC) se ha sumado a esta iniciativa. Una apuesta clave de futuro.