La revolución del blockchain

Andreas Sumper, investigador de CITCEA UPC

Andreas Sumper, investigador de CITCEA UPC

Sin mucho ruido, en 2009 se inventó una de las tecnologías probablemente más impactantes de este siglo. Un tal Satoshi Nakamoto, el inventor del Bitcoin, cuyo nombre es muy posiblemente un seudónimo, estaba intentando resolver un problema muy conocido de las monedas cibernéticas. Una moneda cibernética es básicamente un código digital que se almacena en un ordenador. ¿Cómo podemos evitar que se gaste la misma moneda varias veces? La solución del problema es simple y a la vez genial. Nakamoto propuso que todas transacciones fueran públicas. Siendo públicas, todo el mundo podría comprobar si la moneda virtual se había gastado ya o no. Para ello, ideó un sistema en el cual se juntan varias transacciones en bloques y dichos bloques se escriben en una cadena. En inglés, la cadena de bloques se denomina “blockchain”.

Resuelto este problema, nos encontramos con el segundo: ¿cómo vigilamos que solo bloques con transacciones válidas se puedan escribir en el blockchain? La respuesta es tan genial como sencilla. Nakamoto propuso que fuera una red de ordenadores totalmente descentralizada.  A través de un algoritmo que funciona como una lotería en función de la potencia de cálculo, sólo un único ordenador (nodo) escribe en el blockchain el bloque de las últimas transacciones. Y el resto de nodos aceptan o no el bloque siguiendo el criterio de que solo puede contener bloques válidos. El nodo que consigue escribir el bloque en la cadena recibe una recompensa en la misma cibermoneda.  Esta propuesta resuelve muy elegantemente el problema de la confianza entre actores que no se conocen.

Ya todo el mundo conoce la moneda cibernética Bitcoin; su forma de funcionar es estable y no ha sufrido ningún problema grave de seguridad. De hecho, empieza a ser aceptada en muchos lugares y su funcionamiento es la base para otras monedas virtuales.

Pero, ¿qué impacto tendrá esta tecnología?, ¿se puede trasladar a otras aplicaciones? El sector financiero ha sido el primero que le ha prestado atención. Por supuesto, en un primer momento hubo mucho escepticismo acerca de este tipo de moneda, pero la nueva tecnología ofrece una ventaja muy importante: funciona sin confianza. No es necesario tener una entidad centralizada que controle el sistema. Este concepto lo han empezado a aplicar las propias firmas financieras para validar transacciones entre ellas.

La capacidad de trabajar sin ninguna entidad centralizada y consultar el blockchain resulta también muy interesante para otros campos de aplicación. La primera aplicación no financiera ha sido el registro de nombres de dominios web. Con esta aplicación se pueden registrar dominios evitando conflictos, ya que se documenta a quién pertenece el dominio en el blockchain. Y este es inalterable, ya que es improbable que un hacker pueda modificarlo.

Por lo tanto, las características más importantes son la inalterabilidad de los datos y su característica de no necesitar una entidad central.

Las aplicaciones pueden ser muchas. Una de ellas, y muy importante, es el registro y la documentación segura de información para que no sea alterada posteriormente. Ejemplos de ello son el registro de propiedades, de derechos de autor, certificados, títulos, etc.

También el sector energético intenta aprovecharse de esta tecnología. En los últimos años, la energía se ha convertido en un negocio cada vez más descentralizado. Las energías fotovoltaica y eólica han bajado costes de forma tan drástica que ahora son competitivas con el resto de las tecnologías generadoras. Como los recursos renovables están repartidos por el territorio, también los generadores están distribuidos por el mismo. La nueva generación eléctrica proviene de miles de pequeños generadores que alimentan a cargas a nivel local a través de las redes de distribución. Como consecuencia lógica, se plantea también una infraestructura descentralizada, que funcione plug-and-play y que sea escalable. La tecnología blockchain podría dar respuesta a estos requisitos. Por definición, blockchain es un protocolo descentralizado que colecciona datos de forma segura e inalterable. Por otro lado, la facilidad de instalar y hacer funcionar el blockchain facilita una barrera de entrada muy baja para conectar nuevos usuarios.

Las aplicaciones en el sector energético son muchas. Desde la recolección y almacenamiento de datos transparente, el intercambio transparente de certificados de generación y el pago de electricidad con moneda cibernética, hasta el control de flujos energéticos mediante un sistema totalmente descentralizado usando blockchain.

La revolución del blockchain ha empezado a cambiar nuestras vidas. En los próximos años vamos a ver una gran variedad de aplicaciones que aplicarán esta tecnología y su impacto va a ser muy grande, como lo va a ser en el sector energético, ya que propiciará un cambio profundo de la estructura del sector. Los tiempos están cambiando.

Andreas Sumper és Analista d’energia digital i Profesor e investigador de CITCEA UPC

Artículo publicado el 16 de marzo de 2017 en info PLC++

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